Fui invitado a participar a “Código Latam” un programa en YouTube del Instituto Ecuatoriano de Economía Política (IEEP), fundado por Dora de Ampuero y fui entrevistado por Joselo Andrade. El video se puede ver en este enlace, pero quería comentar algunas notas al respecto de la libre movilidad y la inmigración que había preparado para el programa, aunque se tocaron otros temas que tuve oportunidad de conversar. Este comentario no pretende ser un resumen de lo conversado y sugiero que vean el video si es de su interés.
Un comentario del Cato Institute publicado el 6 de junio dice que el potencial costo de las deportaciones en el último presupuesto presentado en el congreso por la actual administración es bastante elevado. Llamada el Big Beautiful Bill o la ley Grande y Bonita, establece recortes y lista de gastos a hacer por parte de la actual administración durante los próximos años. De acuerdo con el estudio de la Oficina del Presupuesto del Congreso (CBO), el instituto del Congreso que analiza el costo de las propuestas a consideración para proyectos de ley, se estima que la ley en discusión añadiría, solo para hacer cumplir las leyes inmigratorias alrededor de un trillón (americano) de dólares en la próxima década. Esta cifra exorbitante lleva a pensar que más allá de la retórica y la necesidad de hacer cumplir la ley, esta tiene efectos sumamente costosos en la economía que amenazan con dañar la situación económica y ha logrado que se hagan aclaraciones por parte de la actual administración, sobre que industrias podrían estar exentas de las deportaciones pues tienen un alto impacto económico.
El tema migratorio contiene una alta carga emocional que es importante separar para poder analizar si queremos encontrar una solución a largo plazo de este problema. Es una situación que, aunque cargada de alta emotividad no ha sido resuelta por uno u otro partido político en Estados Unidos. El tema migratorio se ha vuelto un caballo de batalla para ambos movimientos, a favor y en contra y muy a pesar de las promesas que cada partido hace, no busca soluciones, sino más bien generar animadversion y puntos políticos para quienes lo promueven. Ambos partidos han tratado de manera fallida de hacer reformas y no logran ponerse de acuerdo.
Por poner ejemplos concretos de uno u otro lado. Los demócratas quieren y dicen ser amigos de los inmigrantes y buscan una mayor cantidad, pero lamentablemente dentro de sus mismas bases hay animadversión a estos por parte de los sindicatos que ven la llegada de mano de obra barata como un problema para mantener un alto nivel de salarios. Fomentan la inmigración ilegal y toda clase de ayudas de gobierno a quienes cruzan ilegalmente, sin proveer las herramientas necesarias para que se lo pueda hacer de manera legal y en los números necesarios para poder mantener la demanda de trabajadores que la economía norteamericana necesita. Por el lado de los republicanos ocurre una situación similar, el discurso es cerrar las puertas a la inmigración. Curiosamente muchos de sus votantes son empresarios, o agricultores que dependen de la mano de obra foránea, para cubrir la demanda de trabajadores que requiere la productividad que tiene este país. El promedio de la población de los Estados Unidos es educado y tiene poco interés en realizar trabajo de manufactura o agrícola y más bien buscan trabajos en el sector de servicios.
La falta de mecanismos legales para inmigrar a este país y su número excesivamente reducido de no más de 55,000 visas para inmigrantes por año, frente a una inmensa demanda de trabajadores hacen que sea sumamente lucrativo saltarse las reglas y contratar a un indocumentado que está dispuesto a trabajar. Los números de aquellos quienes acceden a la tarjeta verde o residencia permanente son mucho mayores si uno tiene familiares directos que lo pueden auspiciar o se cuenta con habilidades especiales que le permiten al potencial inmigrante saltarse ese límite. La gran mayoría de inmigrantes no tienen habilidades especiales, o no tienen familiares directos que lo permitan. Actualmente la lista de espera para familiares no directos, como hermanos es extremadamente larga, en muchos casos llega a tomar 10 o 20 años hasta que se atienda una petición de inmigración por lazos familiares. Si hay demanda de inmigrantes, es que hay trabajo y por lo tanto deseos de venir a este país. Nadie busca emigrar a Corea del Norte, Cuba, Haití o países muy pobres, la mayoría lo hace donde hay trabajo y donde se puede mejorar la situación económica.
Otro de los mitos en cuanto a la inmigración es que los inmigrantes ilegales son delincuentes. En cierto sentido, es cierto pues si son ilegales ya han cometido un delito al no hacerlo de manera legal. Sin embargo, más allá de dicho problema original, muchos de estos inmigrantes ilegales tratan de no cometer delitos y en tanto y cuanto puedan operar sin tantas restricciones debido a su estatus migratorio, evitan involucrarse en problemas. Si se les diera la oportunidad de ser legalizados, la gran mayoría preferirían operar legalmente antes que ilegalmente. Una vez más, el problema es el sistema en el cual las regulaciones o las avenidas legales son insuficientes o imposibles de cumplir y el resultado es que nadie cumple las normas establecidas. Es un problema que se ve mucho en países subdesarrollados en otros ámbitos, en el cual el que quiere empezar un negocio se enfrenta a una lista interminable de requisitos y de burocracia que desalienta la participación legal en el mercado. Muchos terminan violando la legislación, lo que es legal pero no necesariamente lo legal es justo o es una verdadera ley y no están cometiendo delitos verdaderos, es un delito solo porque está escrito. Sería mucho más fácil hacer las reglas más sencillas y menos difíciles de cumplir y fomentar el cumplimiento de esas normas más sencillas. Después de todo si se decretara que respirar es ilegal, nadie tomaría en serio una legislación de esta naturaleza y claramente todos seríamos delincuentes. El problema de la informalidad, tal como lo discutió Hernando de Soto, hace más de 45 años, en su libro el Otro Sendero, no es la informalidad, si no la maraña legal existente que hace que ser legal sea imposible de cumplir, aun si es que se quiere hacer.
Otra de las razones esgrimidas contra la inmigración es que estos hacen uso de los servicios de bienestar social disponible para todos los ciudadanos haciendo uso de un beneficio para el cual no han aportado. Esto podría ser cierto en aquellos casos en los que se les paga a los ilegales en efectivo. Sin embargo, muchas veces esto se hace con el uso de números de seguro social prestados, con lo cual el empleador deduce del pago, los impuestos al seguro social y hace la aportación correspondiente. Al ser la mayoría de los ilegales, gente joven en capacidad de trabajar, que en muchos casos permanecen de por vida ilegales estos nunca serán capaces de hacer uso de las jubilaciones que están disponibles a quienes son ciudadanos. Muchos residentes permanentes en los Estados Unidos no se hacen ciudadanos a lo largo de su vida laboral y solo deciden hacerlo al descubrir, cerca de su jubilación, de que la única manera de acceder a dicha jubilación es siendo ciudadano americano. No se diga pues de los que permanecen ilegales de por vida. Esto es una injusticia para el migrante que aporta de una u otra manera, más bien lo que habría que plantearse es por qué el sistema de seguridad social está en manos del gobierno y no es un sistema de fondos de retiro con inversiones reales. El actual sistema de bienestar social estatal es una piramidacion (esquema Ponzi) que constantemente está al borde de la quiebra y amenazando un colapso total en la próxima década (2035), en las más recientes estimaciones. Este sistema en manos de instituciones privadas sería un delito penal de engaño y manipulación, pero en manos del gobierno es algo que tenemos que tolerar y estamos obligados aportar sin ninguna garantía de que nuestros fondos crezcan o nos sean entregados al final de nuestra vida laboral. El problema en si no es el uso o la disponibilidad del estado de bienestar para los ilegales, sino más bien el gran estado de bienestar que tiene un costo real que ninguna economía resiste en el largo plazo.
¿Entonces que deberíamos hacer para lidiar con este problema dado que es extremadamente caro deportar a todos los ilegales? En mi opinión, como primera cosa hay que evitar la entrada de ilegales reforzando la frontera y controlando quienes pasan o no, pero eso también requiere desincentivar la violación de la ley, es decir crear vías legítimas y justas para quienes quieran hacerlo y siempre y cuando haya demanda para ello. Esto tendría que ser algo abierto a quien sea y siempre y cuando no sean personas con antecedentes penales o con ideas extrañas con respecto a cómo comportarse en otros lados. Gente, con ideas Nazis, comunistas o fanatismo religioso no deberían de ser personas aceptables en este esquema. Los números deberían de ser de acuerdo con la demanda de trabajadores y esto debería establecerse no en base a números determinados en una oficina del gobierno o un arreglo en el congreso, pero en base a una oferta de trabajo. A su vez el empleador debería de ser responsable de esta persona en caso de que no pueda seguir ofreciendo el trabajo que ha ofrecido y cumplir con todas las regulaciones vigentes que existiese para quienes son ciudadanos. El migrante debería de no estar atado al empleador tampoco y podría buscar otro, en tanto y cuanto pueda encontrar uno que reemplace al actual para evitar abusos. Si el migrante ha estado una cantidad de años razonable, digamos 5 años y es cumplidor de la ley y las regulaciones del país, este debería de tener la oportunidad de optar a la nacionalización si así lo desease. No hay motivo alguno para prohibírselo si no ha violado la ley y ha sido una persona que ha aportado a la sociedad que lo recibe.
En la antigua Roma, una de las razones de su gran éxito fue la actitud que tenían al conquistar pueblos vecinos en el cual iban expandiendo la ciudadanía romana. Ser ciudadano romano era algo muy codiciado y que ayudaba a la integración y asimilación de otros pueblos. Este sistema colapsó y ocasionó la caída del imperio romano no por la asimilación de otros pueblos, si no cuando sus políticos se dedicaron a la demagogia, el control de precios y el populismo y empezaron a culpar a otros pueblos que se incorporaban de sus problemas, sin darse cuenta del daño que estaban haciendo al hacer su gran estado de bienestar, repartiendo trigo y otros alimentos gratuitamente y despilfarrando el tesoro público a través de un excesivo gasto e inflación. El florecimiento humano requiere que podamos emigrar o inmigrar cuando sea necesario y es perentorio que nos integremos en la sociedad que nos acoge.
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